El Alcalde de Valladolid no ha sido el primero ni el último en cometer algo más que una torpeza. Se ha escrito mucho de esta deleznable actitud, peor contestación y más rancia resaca.
Dado que este blog se llama pensndo en frío, he procurado distanciar en el tiempo este artículo para evitar escribir desde la indignación y el más absoluto rechazo a este tipo de comportamientos. Aunque lo peor en este caso, no es la declaración, no por abominable, sino por la reacción de sus correlegionarios de partido. Y digo bien, los, ellos. Porque ellas si se han manifestado, y lo han hecho de forma contundente. Pero ellos y el primero su jefe de filas, no han abierto la boca. Han dejado que “estas cosas de mujeres las despachen las mujeres”. Pues no señores, no. Esto es un problema que atañe a toda la ciudadanía, a toda la clase política, al conjunto de la sociedad. Los comportamientos sexistas, machistas, retrógrados y vejatorios son un mal de toda la sociedad, y no sólo de las mujeres. Nuestro deber, y hablo como varón, es denunciar y criticar estos comportamientos a nuestros “pares”, somos los primeros que tenemos que luchar por eliminar estas actitudes de nuestro alrededor y sancionar sin miramientos el trato discriminatorio a nuestras compañeras.
Torpeza política de un alcalde, torpeza política de la clase dirigente de un partido de gobierno como el PP. No es el último, por desgracia, pero debemos estar preparados para que este tipo de declaraciones no queden impunes. No hace mucho tiempo, un conocido político del PSOE, Alfonso Guerra, hizo unas declaraciones que, si bien no llegaron al tono del Alcalde de Valladolid, tenían el mismo soniquete dspectivo, llamando Srta a la actual Ministra de Asuntos Exteriores. La diferencia entre unos y otros fue que no tardaron en salir públicamente denuncias de compañeros y compañeras del partido socialista criticando esta actitud. Esa es la diferencia entre unos y otros. Diferencia que sería bueno para el desarrollo de nuestra sociedad que no existieran. Ese es el objetivo. No porque se frenen sino porque directamente no se piensen. Y en esto todos somos responsables, repito, especialmente los varones, los que acostumbramos a ver y oir esos comentarios en grupos de “hombres”, en el bar, en la calle, en reuniones de trabajo, en comentarios de oficina… Luchemos por evitar estas torpezas.