Organización y dirección de campañas electorales (Algunas recomendaciones)

Las @xuventudes galegas me han invitado a dar una charla sobre Organización y Dirección de               Campañas electorales.

En poco más de una hora he tenido que dar algún brochazo sobre el tema.

Así para todos aquellos que hayáis estado en la charla y para los que no, os adjunto la presentación a modo de algunas recomendaciones.

Espero que os resulte interesante

DireccionCampañas.key

La cartelería durante la campaña casera de la UC3M

Muchas veces analizamos hasta la extenuación la imagen del candidato en una campaña electoral. En éstos buscamos la capacidad de liderazgo, el carisma que se desprende, el mensaje que nos quiere lanzar (capacidad, responsabilidad, seriedad, cercanía) y lo intentamos conjugar con el slogan o las frases clave que, a modo de ideas fuerza, pretenden sintetizar todo el pensamiento y las convicciones que responden a su candidatura.

Como ya dije en el post de ayer, no deberíamos dejar pasar la oportunidad de hacer lo propio con las elecciones caseras. Pero en este caso, creo que el análisis lo debemos hacer entre todos/as aquellos/as que lo consideren oportuno. Tan solo voy a poner los carteles e imágenes que, tanto oficiales como no reconocidos se han ido sucediendo a lo largo de esta campaña.

Lamentablemente no he conseguido una imagen del cartel de campaña del rector en funciones Daniel Peña. Mañana le haré una foto, aunque no quedará igual que los demás.

Por último, incluyo este último cartel aunque  no aparece en la web oficial del Prof. Peña.

Una reflexión sobre las elecciones de casa (UC3M)

 

Mañana entraremos en la última semana electoral para elegir al Rector de nuestra Universidad. Y parece mentira porque, entre unas cosas y otras, llevamos ya más de un mes de campaña electoral, con sus correspondientes recesos entre primera y segunda vuelta.

En ocasiones la vida es caprichosa y nos coloca entre diferentes coyunturas de tal modo que, valiéndonos de nuestra capacidad y habilidad, podamos, no sólo salir airosos, sino convertir dichas dificultades en oportunidades para salir reforzados.

Siendo este un blog de reflexión y siendo conocidos mis intereses por las campañas electorales, por las TIC, los partidos, el liderazgo político, consideraba una incongruencia no dedicar algún post a las elecciones de mi casa. Dado que la campaña se cierra el próximo miércoles, le dedicaré algunos post a analizarlas desde el punto de vista técnico, discursivo, programático y comunicativo.

Pero hoy quiero hablar sobre esa encrucijada antes mencionada. La encrucijada de un modelo social en crisis; un modelo económico en crisis y un modelo energético en crisis (mis más sinceras condolencias y apoyo solidario a Japón). Un mundo globalizado en el que cada uno busca la defensa de sus intereses, de obtener un beneficio corto y miope, de sobrevivir aplastando al otro, con mucho miedo por todo lo que perder y por la incertidumbre de lo que ganar, aunque justamente lo que se pudiera perder es aquello que nos ha llevado hasta aquí. Una espiral de consumo, un crecimiento de la competitividad desbocada y desmedida, un incremento de la conflictividad y de la mejora constante de la productividad para conseguir ganar más que el de enfrente, investigar para ganar dinero no para vivir mejor, innovar para ser competitivos no para mejorar nuestro bienestar.

Y en este mismo instante, nosotros elegimos Rector. Contextualizo el momento porque me parece significativo. Japoneses, libios, egipcios, tunecinos, franceses, alemanes, españoles, todos luchamos por lo mismo; por sobrevivir. Y en este preciso instante las Universidades, los centros de pensamiento ¿qué hacen? ¿qué dicen? muchas están demasiado pendientes de publicar en revistas de impacto, de escribir en lenguas e idiomas que no son entendidos por sus conciudadanos, los muchos preocupados por una hiperspecialización que ha conseguido que no entendamos los conflictos generales y globales. No es baladí, simplemente una coincidencia. Estamos ante un cambio de modelo social, económico, político, o cuanto menos, tenemos la oportunidad de cambiarlo. Y los que vivimos la Universidad; profesores, pas, estudiantes, tenemos la obligación de contribuir a cambiar ese modelo, de aportar nuestro conocimiento, nuestro deseo de transformación, nuestro pensamiento crítico. Aportarlo a las sociedades y a las comunidades políticas, no exclusivamente a las comunidades científicas. Hemos perdido el sentido de la misión de la Universidad y me creo en la obligación de gritar que debemos retomar su rol y su importancia. El hombre no sólo busca la supervivencia, busca la felicidad, y ambas cosas, las logra a través del conocimiento.

Tomemos las cosas con rigor

En el día de ayer el diario El País, publicó el siguiente artículo El ciudadano desdeña la presencia de políticos en la red social. Uno que está medianamente interesado, lee el artículo y concluye que esto no puede ser del todo cierto. Seguramente fruto de las obligaciones de recortar la información, se han visto obligados a trufar la información y quedarse con dos titulares. Según el artículo, el 99% de los políticos encuestados valora positivamente el uso de las redes sociales en su contacto con el ciudadano. Sin embargo, tan sólo el 21% de los ciudadanos encuestados tienen un perfil de un político al que siguen en sus redes sociales. Con estos datos, los autores del estudio, según el periodista, concluyen que no resulta rentable la inversión de los partidos y políticos en las redes sociales.

Como decía antes, no me creo esta simplificación y acudo a la fuente, Inteligencecompass.com con el objeto y deseo de profundizar en el estudio. Pero lo que me he encontrado es aún peor. El estudio concluye que España no se encuentra en condiciones de realizar una campaña Obama y que “hacer una campaña en las redes sociales, ahora mismo en España, es una temeridad” toma ya. Y esto lo dicen basándose en una encuesta realizada a 1506 llamadas efectivas, las cuales se reparten al 50% entre políticos y sociedad, sin mayor segmentación, lo que les permite obtener un margen de error, según ellos razonable. Desde luego que entre los políticos puede resultar razonable, pero entre el total de la ciudadanía mayor de 18 años, creo que queda un poco cojo. Seguimos leyendo y atendemos que el cuestionario ha sido autocompletado por ordenador, surgiéndome la duda de cómo pueden aseverar que han contestado quienes han contestado y si todos los que han contestado cumplen los requisitos antedichos. Se puede hacer, pero no queda claro en la ficha metodológica.

Expuestas las primeras sorpresas metodológicas, no me deja de sorprender que el estudio es todavía más básico que el artículo de El País. Basándose en la valoración del uso de las redes sociales por ciudadanos y por políticos y de su inclusión o no en sus respectivas redes sociales, sentencian que la inversión en redes sociales y que el uso de las mismas en una relación político-ciudadano resultan una temeridad.

Tomemos las cosas con cierto rigor y con cierta mesura. Científicamente no se puede afirmar con tal rotundidad que las redes sociales no tienen valor en la política española. Metodológicamente no se sostiene la significatividad del estudio.

Aún así, obviando estos nimios detalles que sólo interesan a los freaks de la academia, podemos seguir ahondando en el análisis del estudio. Según sus datos el 65% de los encuestados consideran positivo que los políticos entren en las redes sociales, y el otro 35% no tienen opinión formada al respecto. A su vez, lo que critican es que no se da el uso adecuado a esas redes sociales y critican el uso electoralista de estos medios de comunicación. Sin embargo, ellos mismos rechazan la posibilidad de tener un político entre sus grupos de amigos por no querer significarse políticamente con ningún partido político o candidato/a concreto.

A pesar de todo ello, no podemos concluir que sea una temeridad hacer una campaña en las redes sociales. En todo caso, podremos decir que existe un desencuentro entre la ciudadanía y la clase política, un desencuentro que está lleno de matices y que, el propio estudio aflora, por lo que le damos las gracias. Matices convertidos en preguntas: falla sólo el político por no saber conectar con la ciudadanía, o ésta tiene parte de responsabilidad en no querer conocer abiertamente cuál es la opinión de su clase política sobre los temas de actualidad? ¿el problema es del medio o de los emisores y receptores? Es culpa de las propias redes sociales esa desconexión o es del uso que uno de los emisores/receptores hace, o incluso de ambos? Es verdad que un amigo en facebook no asegura un voto, pero no es menos cierto que 0 amigos en facebook suponen 0 votos? Sólo nos interesa la valoración de lo que ya conocemos sobre los que ya están para llegar a esta conclusión, o necesitamos saber usos, percepciones, actitudes, y propuestas alternativas para mejorar esa conexión ciudadano-político