Una explicación sobre la situación política italiana

Italia   vuelve por sus fueros, con la tortilla invertida. En los últimos 30 años la izquierda italiana ha protagonizado la mayor atomización ideológica de un país democrático, obligando al sistema electoral y al electorado a realizar un esfuerzo de investigación y análisis programático e ideológico para hallar conexiones entre su intención de voto y una candidatura que se asemejara a sus inquietudes. Muy por el contrario, la derecha y el centro derecha italiano, han buscado puntos de encuentro, tejiendo alianzas duraderas y concentrando el voto liberal conservador en dos o tres grandes fuerzas políticas (lo que es decir mucho para el caso italiano) Esta tendencia a la concentración y a lo que muchos han venido a llamar bipartidismo no es nueva, como señala Spreafico en un artículo de 1987, pero no es menos cierto que con la irrupción de Berlusconi en la vida política se ha visto acelerada, con la creación de la Casa della Libertá en su inicio y con el Popolo della Libertá después, acutal coalición con la que llegó al Gobierno y desde hace unos meses rota.

Así pues, ese pluralismo atomizado de Sartori, parecía ver sus últimos días, máxime con un sistema electoral que concede un premio de mayoría a quien sea la fuerza más votada en el congreso. Es decir, independientemente del resultado, el partido más votado obtiene inmediatamente el 51% de los escaños en la cámara de diputados. No así en el Senado, donde se mantiene un sistema proporcional.

La última fusión del centro derecha supuso la extinción del ex-partido fascista de Gianfranco Fini, Alleanza Nazionale que, en los últimos años se había convertido en delfín sucesorio de Il Cavaliere y que consolidaba así un único partido de centro derecha, permitiendo futuras alianzas de gobierno con los nacionalistas de La Padania, la Leganord, los demócrata cristianos del UDC y algún otro partido minoritario.

Sin embargo los continuos casos de relaciones del premier con menores, corrupción, imputaciones judiciales y blindajes por ley para impedirlos, así como un inmovilismo absoluto ante la crisis económica, han hecho desquebrajar este matrimonio no del todo bien avenido. O quizá sea otra la lectura? O quizá sea una estrategia muy pensada por parte de Fini, ese calculín con gafas y buen discurso conciliador, harto de soportar las excentricidades de un jefe de gobierno preocupado por su cutis y su propio divertimento? O es una rabieta porque ese mismo adonis le ha dicho NO a su sucesión como líder del centro derecha italiano?

Fini a comienzos del 2000 viró de unas posturas claramente proto fascistas hacia un discurso liberal reformista, abandonando las tesis de Mussolini a la nieta de éste. Jugó a ser el número 2 de Silvio durante ocho años, poniendo su formación al servicio de éste para alcanzar la jefatura de gobierno. En esta segunda vuelta ha dado un paso más, fusionando los partidos en la gran coalición, y solicitando la presidencia del Congreso. Una figura institucional, de mucha presencia en Italia, pero que no entra en las grandes disquisiciones partidistas diarias…o si. Tras dos años de absoluta calma, y de plantear sus críticas veladas al gobierno de Il Cavaliere, ha decidido romper con el partido de gobierno y escindirse de la coalición, montando un grupo parlamentario propio llamado Futuro e Libertá que ya tiene estructura de partido y que ha iniciado un proceso de primarias para elegir a sus candidatos a las próximas elecciones municipales de marzo. Una escisión que deja al partido del premier en minoria parlamentaria obligado a pactar con otras fuerzas los presupuestos, gran debate parlamentario y piedra de toque como en todas las democracias desarrolladas. Si no hay presupuestos no hay gobierno que gobierne y por tanto, otro inmovilismo  que los italianos no van a tolerar.

Ahora bien, qué escenario tenemos? Una moción de censura en el congreso propuesta por el partido de Fini. En el Senado una moción de confianza sugerida por el propio Cavaliere. Cuáles son los potenciales resultados? Una victoria de los opositores en el Congreso y una victoria pírrica de Berlusconi en el Senado o incluso una segunda derrota del PdL en la Cámara Alta. Qué buscan? Legitimarse, dar un vuelco electoral, ir a las urnas o tensar un cambio de gobierno en el que tener más protagonismo para un futuro?

Berlusconi tiene claro que prefiere ir a las urnas, de ahí que haya propuesto una crisis de gobierno pasando la pelota al Presidente de la República Giorgio Napoletano. Si no alcanzan un acuerdo mayoritario probablemente tengan que ir a un adelanto electoral aprovechando que en marzo se celebran las elecciones municipales. Interesado porque es consciente que sigue disponiendo de la fuerza política que aúna un mayor número de votos en solitario, lo que le permitiría obtener el premio de la mayoría en el congreso y volvería a pactar con la Lega Nord en el Senado para reeditar la coalición de gobierno. Fini, en cambio, necesitaría un desgaste mayor de Berlusconi y tiempo suficiente para crear un partido alternativo propio, con solidez suficiente para gobernar a futuro. Además de no querer ser quien genere inestabilidad del gobierno y la parálisis del ejecutivo. cuestión que se castiga con dureza por parte del electorado italiano ( y si no que se lo pregunten a Prodi)

Así todo, algunos se preguntarán… y la izquierda? Dónde está en todo este proceso? pues como dirían los italianos… sparita (desaparecida)

Dicho todo esto, veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero lo más urgente sigue sin dar señales de vida. El resurgimiento de una izquierda fuerte que sea capaz de ilusionar al electorado, aunque sólo sea por ofrecer una alternativa seria de gobierno a millones de italianos que no tienen opción de elegir. Prodi ya pasó, Veltroni lo intentó, Rutelli está sin estar, Bersani es voluntarioso sin llegar, quizá Vendola

 

 

luchar contra el adversario desconocido

Probablemente hoy no sea el día más indicado para hablar de estos personajes, pero sí para lanzar una reflexión más allá del afán y del interés mediático del día.

Sun Tzu describió y analizó todas las variables imprescindibles para ganar una batalla. Pero en todo su escenario hallamos una constante; la necesidad de un enemigo, de un ejército enfrente con el que combatir. El arte de la guerra pues, quedó un tanto anticuado con la famosa guerra de guerrillas ya que planteaba un enemigo móvil, cambiante y difuso. Pero quedó aún más en desuso su teoría tras el 11-s. El adversario desconocido, el enemigo sin rostro es, seguramente, el peor rival con el que podamos enfrentarnos. Eso le ocurre a Karim Benzema, quien no compite contra ningún delantero conocido, sino simplemente con quien no está. La negativa de la presidencia del Madrid a contratar un tercer delantero, obliga a Mourinho a jugar con un sólo punta, lo que implica una disputa por el único puesto de 9 en el 11 titular. Así pues, lucha contra el 3 desconocido. Con aquel que le pueda quitar el puesto una vez no cumpla con lo exigido. Llorente, Rooney, Tévez… quién sabe y eso es lo peor.

Y es que luchar contra lo desconocido genera una incertidumbre difícil de manejar para quien debe asumir la responsabilidad. Salvando las distancias y con todas las cautelas que se deben tomar, a nuestro Presidente de Gobierno le ocurre algo similar. Si, él si tiene adversarios conocidos e identificados, pero no a todos. El líder de la oposición ha decidido trascenderle, no hace oposición, simplemente espera a que el poder caiga de su lado como fruta madura. Mientras entre sus filas, ya se habla del postzapaterismo, aunque en el día de hoy, esta especulación pueda verse en entredicho. Pero quién encabeza esa línea? si es que la encabeza alguien y si es que existe? No se sabe. Igual que no se sabe ese gran enemigo de la crisis económico. Se conocen las causas, los efectos, las consecuencias y algunas medidas paliativas, pero todo redunda en ese gran adversario que hemos denominado “mercado”, sin rostro, ni ideología, ni intereses… o sí. Mercado y crisis a las que se ha agarrado Mariano Rajoy para hacer su oposición, mercado y crisis contra las que lucha el gobierno de España y todos los gobiernos europeos, pero nadie le pone cara ni le planta cara, simplemente buscan lavar la propia.

Al final, el adversario desconocido nos deja contra el peor enemigo que podamos tener; uno mismo. Zapatero tiene que luchar contra si mismo si quiere salvar su gobierno, la crisis y las próximas elecciones, al igual que Benzema tendrá que luchar contra su apatía y desidia si no quiere ver cómo un desconocido hoy le quita su puesto mañana.